
Vaya tema, el que tenemos entre manos, ¿no crees?
Comienzo por dos avisos.
El primero: este artículo se basa en lo que he visto y escuchado dentro de mi sector.
El segundo: utilizaré el masculino plural “trabajadores” para referirme a todos los géneros… Es por comodidad de lectura, nada personal.
Vamos a ello.
El enemigo número 1 de empresas tecnológicas es la famosa «Rotación de personal».
La gente se va.
Y algunas personas no duran ni 3 meses.
Puede haber varios motivos:
- Otra empresa paga mejor
- La oficina queda lejos
- Los jóvenes (y no tan jóvenes) de hoy en día no son leales
- La juventud solo quiere jugar, no se toma en serio el trabajo
- <inserta aquí una excusa>
También puede, solo puede, que en algunos casos sea la empresa la que lo enfoca mal.
No lo sé…
Pero bueno, vamos con esa hipótesis.
Los cambios presentes y futuros
Creo que todos los cambios de la sociedad ha pillado a las empresas un poco a pie cambiado.
Como comenté en el artículo de «Renovarte o estancarte«, todo evoluciona a un ritmo que no podemos seguir, y los cambios, a las personas, nos cuestan.
Si sumas que a las personas nos cuesta, y que las empresas están formadas por personas… 2+2=4.
Para no hablar de forma genérica, vamos a inventarnos una persona que ya está en el mundo laboral. Se llamará Talentino.
Hace un tiempo, incluso antes de entrar yo al mundo laboral, Talentino pensaba que:
- Tenía que demostrar su valía en la entrevista (venderse).
- Debía priorizar la seguridad de un puesto de trabajo por encima de las cosas que no le gustaban.
- No pasaba nada por dedicar 8 horas o más a trabajar, si tenía luego dinero para disfrutar de la vida.
- Tenía que callar y obedecer.
Pero claro, la sociedad comienza a cambiar, y los conocimientos de Talentino comienzan a estar más buscados.
Además, las nuevas generaciones ponen en duda la forma tradicional de relacionarse con la empresa, y la ponen a prueba.
De golpe, Talentino comienza a cambiar su visión, y también pone en duda la relación tradicional.
Comienza a pensar que:
- Él tiene que demostrar su valía, pero la empresa también.
- Puede encontrar trabajo fácilmente, así que la seguridad de su puesto de trabajo, tampoco es tan importante.
- Está bien el ocio fuera del trabajo, pero joder, se pasa 8 horas o más trabajando, por lo menos le tiene que motivar un poquito lo que hace.
- Lo de callar y obedecer no está bien, porque su opinión puede ser útil, y si la empresa no lo escucha, mala señal.
Entonces, Talentino, que lleva 15 años en la misma empresa, comienza a ojear LinkedIn y ve ofertas por todas partes.
Y aquí comienza la fiesta.
Porque esto va a llevar a que otras empresas lo tienten y, se vaya o no, la relación entre Talentino y su empresa actual se habrá puesto en duda. Y la duda afecta a cualquier relación.
Esta ficción que está viviendo Talentino es la realidad de muchas personas.
Y la realidad de muchas empresas.
Las que se pongan las pilas, dejarán de ver a los trabajadores como recursos, y dejarán de tratarlos como tontos.
Las que no, tendrán problemas de rotación de personal.
—“Espera, espera. ¿No te has venido arriba acusando a las empresas de ver como recursos a los trabajadores, o tratarlos de tontos?” — Puedes pensar.
Te respondo: “Llevo mal lo de ser políticamente correcto. En vez de retirarlo, doblo la apuesta y entro en detalle”.
El trabajador es un recurso
La palabra “Recurso” no ha hecho ningún bien, ni a las empresas, ni a los trabajadores.
Y lo peor es que no nos deja avanzar.
Ahora, la relación entre empresa y trabajador es de igual a igual.
Si hacemos caso a la RAE, los recursos son un “Conjunto de elementos disponibles para resolver una necesidad o llevar a cabo una empresa.”
Es decir, si el trabajador es un recurso, la empresa también lo es, porque ambas partes se utilizan para resolver su necesidad.
Por lo tanto, si una empresa no quiere ser vista como algo de usar y tirar por el trabajador, tiene que comenzar a ver al trabajador como alguien con quien establecer una relación sana.
Y para tener una relación sana, la empresa tiene que entender qué motiva a la otra parte, qué le autorrealiza, y qué valora, entre otras cosas.
Por ejemplo:
- Una persona prefiere un trabajo cómodo, sin imprevistos, y otra prefiere la caña, los marrones (a veces también se les llama retos).
- Una persona prefiere liderar un equipo, y otra ayudar desde dentro del equipo.
- Una persona se agota con la interacción social, y hacer una cerveza después del trabajo no le apetece, y otra lo pide cada día.
- Una persona…
Al tratar a las personas como personas, se complica el asunto, pero si como empresa quieres una relación sana con las personas, o entiendes esto o la cagas.
El trabajador es tonto
Si, como empresa, tienes a una persona trabajando para ti o quieres contratar a alguien, tienes dos opciones: Hablar con honestidad o mentir.
Si la empresa es honesta, el trabajador seguramente confiará en la empresa, tanto el que ya está como el nuevo.
Si la empresa miente, cuando el trabajador lo descubra, desconfiará de ella, y abrirá LinkedIn, o directamente ni entrará a trabajar con ella.
Típicas mentiras para un trabajador nuevo (visto en ofertas):
- Decir que tienes un plan de formación, cuando en realidad das una cuenta de Coursera o de Udemy.
- Prometer un proyecto increíble para acabar en algo que no tiene nada que ver.
- Decir que hay muy buen rollo en la empresa, cuando las personas del equipo no saben ni cómo se llama la que se sienta a su lado.
Típicas mentiras para un trabajador interno (escuchado de amigos/as):
- Meter un futbolín en la oficina con el objetivo oculto de que vivan allí y trabajen más.
- Fomentar el sobreesfuerzo diciendo que es por su bien, para que crezca.
- Hacer cursos de Mindfullness, Yoga o algo similar para que gestionen mejor niveles de estrés que no deberían sufrir.
- Prometer de todo a los trabajadores, y luego no cumplir nada, pensando que lo olvidarán rápido y no habrá efectos negativos.

La empresa puede pensar que sus trabajadores son tontos (y alguno lo será, por estadística), pero otros simplemente harán ver que lo son, mientras están haciendo entrevistas para irse, o bajando el nivel de productividad.
La temida rotación y sus consecuencias
La fiesta de la rotación comienza con cagadas como las que hemos ido hablando.
Al comienzo tampoco importa mucho. Es una persona la que se va, tampoco impacta.
Luego son 2.
Luego son 2 al mes.
Y acabas normalizando que se te vayan personas cada mes.

Pero, ¿Cuáles son las consecuencias de esto para la empresa?.
Es lo típico que se ve como un intangible, algo que no se puede cuantificar.
Pero eso es porque no se quiere cuantificar, para no conocer la magnitud dela tragedia.
Por ejemplo, con estos cuatro indicadores se vería lo dramático que es:
- Dinero y tiempo gastado en selección de personal.
- Cantidad de gente que entra y que se va (o tiempo por persona dentro de la empresa).
- Cantidad de horas de un proyecto que se dedican a traspaso de conocimientos.
- Motivación del equipo (encuesta de clima laboral).
Lo dicho, un p*to drama.
Las excusas
Obviamente, las culpas son fáciles de exportar. Los jóvenes, la sociedad, la tía esa que era muy rara, la gente de selección de personal que lo hace como el culo…

Siempre he respondido a estas excusas con un discurso más bien largo, pero el otro día leí la respuesta perfecta:
Si el 90% de sitios donde vas huele a mierda, mírate el zapato.
Que sí, que la gente cambia, que alguno te saldrá rana, que te equivocarás con alguna persona, y todo lo que quieras, pero joder, a veces está bien un poco de autocrítica y de humildad.
Una colleja al trabajador/a
Le he dado caña a las empresas, y para algunas esto es injusto. Hay empresas que lo hacen bien, pero que a veces tienen mala suerte.
Igual que hay que entender que la sociedad cambia, que la relación ahora es de igual a igual, y que la empresa tiene que ser honesta, el trabajador tiene que aplicarse el mismo cuento.
Por mucho que un trabajador tenga 5 ofertas sobre la mesa, no está por encima de las empresas, ni tiene sentido tratarlas mal.
Tampoco le puedes echar la culpa de todo lo que te pasa a las empresas.
¿Recuerdas la frase de antes? Pues aquí también aplica:
Si el 90% de sitios donde vas huele a mierda, mírate el zapato.
Quieres tener un propósito, retos, un sueldo digno, un ambiente laboral bueno, etc. Pero como trabajador también tienes que dar algo, porque si no esto no funciona.
Trabajar no es solo trabajar, pero tampoco jugar.
FIN!
Si encuentras este texto demasiado obvio, me alegro muchísimo por tu entorno profesional 🙂.
Si, tras leerlo, me odias un poco (o mucho), está bien, me gustan discutir. Búscame y hablamos.
Si quieres darme una paliza porque soy g*lip*llas, pégale a tu pantalla y todos contentos 😂.
¡Nos vemos!
Pd. Joder, no puedo parar de repetir la frasecita. Me ha gustado: Si el 90% de sitios donde vas huele a mierda, mírate el zapato.
Pd2. He cerrado los comentarios, porque me entraba mucha mierda en ruso. Si quieres comentarme algo, solo tienes que apuntarte a mi lista, y responder los emails que envío.